A los nueve años la vida es un cuento predecible, los malos son feos, infelices y terminan mal, los buenos son lindos, felices y comen perdices, también es un juego donde los hijos son muñecos o peluches, una juega a la mamá, al ama de casa... pero qué distinto es cuando vemos que la vida ya no se ajusta a ese juego infantil... la vida es otra cosa, la indiferencia entre malo y buenos es más sutil que una cara bonita y feliz, la verdadera lucha entre el bien y el mal ocurre cada día en nuestro interior. Uno crece y el juego se vuelve más serio, quién pudiera vivir cantando como un niño, quién pudiera ser por siempre chiquitita. Hoy yo traiciono a esa niñita que fui, ya no queda nada de ella, ni su inocencia, ni su valentía, ni sus sueños, pero yo ya no puedo volver a esa niñita que fui... no queda otra que ser lo que soy.
Una abuela especial, la abuela Cleodora.
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