Le pedía a mi mente que me lleve a algún lugar inspirador y me llevó a la última vez que vi el mar. Cerré los ojos y empecé a ver como sería soleado, porque ese día estaba terrible el clima y era de noche (en realidad no estaba tan terrible, estaba nublado, la luna no se veía y empezaban a caer pequeñas gotas de lluvia) solo escuchaba el ruido de las olas contra las rocas, respiraba ese aroma tan único que da la arena mojada, sentía que pequeñas gotas de agua chocaban contra las rocas, salpicaba agua en mis manos, en mis piernas y por mi boca solo entraba aire frío. Empecé a viajar por mis recuerdos, lo más profundos, aquellos que solo si tengo una noche de melancolía me los acuerdo, imagino que estás aquí, enfrente mío, mis cinco sentidos pasan a ser instintivamente, veo que estamos juntos, que es una imagen que hace tiempo no veía, sonreía y mi mente solo decía que te quería de nuevo aquí... hasta que alguien tocó mi hombro, ¡No! de nuevo a la maldita realidad, abrí los ojos era todo igual, una experiencia sumada a muchas más.
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