Cuando esperas y nada llega, este hecho se repite, reitera la reposición de momentos supuestos como los definitivos y acaban sobreponiéndose unos con otros, adquiriendo tan solo una forma abstracta de expresar los nuevos sentimientos como lo es la decepción, llegados a este sentimientos y virtualizadas todas las palabras que coherentemente he acomodado para expresar mi victoria en la batalla de las derrotas, en la de los pozos que algún ser desestabilizó y cavó en lo hondo... tras hacerme perder contra el amor. Me asomo por la ventana y grito: ¡Esta vez lo hice bien! pero ¿Por qué lo hice bien? aguanté como un golpe tras otro me hacía perder toda la ilusión, como cada vez esa tristeza se ensanchaba mostrándome lo que más temía, no se llamaba desamor, ni se llamaba engaño, tampoco derrota, se llamaba de una manera de la cual no había retorno, la decepción, que es definitiva, hay palabras que para mí son definitivas que expresan algo único e irreversible, invertible e invariante, siempre, nunca y decepción son mis palabras, siempre, nunca y decepción son mis palabras definitivas que por excelencia captan mi yo, siempre, nunca y decepción son mis palabras definitivas que por excelencia captan mi atención, siempre hay una primera vez, nunca es la última y definitivo es este punto final.