Lanza el dado y quiéreme, pero hazlo sin prisas, quiéreme tan despacio que se nos agote la vida entre besos, entre buscarnos a tientas y con calma debajo de las sábanas, para encontrarnos y declararnos la guerra a caricias, repíteme y haz de mis labios una extensión de los tuyos, entremezcla nuestros alientos y convierte mis aspiraciones en tus inspiraciones, para llenarte los pulmones de recuerdos de gemidos que se suicidaron en nuestras gargantas, de mañanas con las piernas enredadas en las que lentamente y con cariño nos quitamos la ropa, nos abrazamos, silenciamos la manecillas del reloj y nos concentramos en el tic-tac de nuestros pechos. Mañanas en la que jugamos a los exploradores y nos descubrimos a recovecos perdidos.