Querer protagonizar un cuento, las noches han vuelto a ser inquietas y los amaneceres me traen esperanzas de una llamada o unas letras que pueden llegar a mi teléfono, la bebida y el juego saben mejor cuando puedes besar al que las bebe contigo y compartir el sabor doblemente, los aperitivos llenan la mesa donde compartes palabras, alguna inquietud pero poca profundidad. A los cafés no solo los calienta el agua, los sentimientos se agolpan en las manos y aportar calidez a la taza o tazón, el sofá ya no te aguanta solo a ti, sino que a cuatro piernas enlazadas. Mientras ambas empujan la espuma de cojines de tú salón, que se ha convertido en la antesala del amor escondido, vuelven los pensamientos las ideas encontradas, las sensaciones añoradas y todo vuelve a ser equivocado, lo sabes pero abres las puertas de este nuevo cuento, esperando que las primeras páginas te hagan reír o al menos despertar esa niña tuya que dormía agachada entre la oscuridad, la soledad se desdobla y a veces se esfuma por la chimeneas de tus labios y otras veces, la mayoría, coge fuerzas y se hace intensa, desgarradora y tú sobrevives para amar, te aferras a las ramas de algún nuevo individuo y escondes tu pelo entre el suyo, queriendo que el aire que golpea haga desaparecer tu pasado, te traiga de nuevo las ganas, la ingenuidad, la confianza... pero ya nada es lo mismo, ya nada es igual que antes, tu alma se hizo mayor y tu mente lo quiere controlar todo, ya no respiras. Un libro con final adelantado y eres el protagonista que con el actor principal solo comparte el tiempo y nada mas, las horas y a veces solo minutos, pero nunca el alma. Aún no esperando este cuento, aun no queriendo vivirlo de esa manera, lo vas escribiendo, retratando en tu memoria y aún preguntándote por qué te han elegido coges el teléfono una vez más. Entras en la ducha, maquillas tu cara y caminas erguida, creyendo aún en los sueños de siempre o tal vez no, tal vez escribas hoy mismo el final, el punto y aparte no tardará en llegar. Tal vez ya no haya bebida compartida, ni saliva en los labios, pero estarás abrazando de nuevo tu corazón, porque es el único que tienes y al que debes cuidar siempre, haga lo que hagas estos caminos siguen sin ser los míos, ni el desechado, ni el escogido.
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