jueves, 26 de junio de 2014

Madrugadas inquietas

Concluyendo la historia y se acabó. Llegó el final de la historia, la crónica anunciada mostró el punto y aparte. El sentido común, la lógica, el pensamiento obvio venció y los sentimientos se frenaron, solo tenemos una vida, un momento, un instante para aprovechar y cada persona, única y separada decide como vivir ese fugaz paso del tiempo. La que escribe ha decidido buscar nuevos soles, aire fresco para su alma, no quiere conformarse con lo que tenía, con esas cervezas nombradas, con esa saliva compartida recordada. Quiere más, sueña más, se ilusiona con más, con el doble, con el triple, con lo inimaginable y sueña tanto que la realidad no le llena el alma, la sensatez se abre paso y protege un corazón demasiado dañado, se cubre y se aparta. No quiere lamentarse más. Tardé haber dejado al descubierto sus ganas de amar, no quiere un hombre compartido, un hombre frío, un hombre que no se implique como lo hace ella, quiere suspirar por amor, morir por amor, matarse de amor por alguien, es su sueño desde que era una niña, de hecho es la niña la que habla hoy. Tal vez el tiempo pase, la realidad se muestre frente a ella y le diga que todo esto es un error que no hay nada más que la fe, que nada de lo imaginado, idealizado y pensado puede hacerse real en sus días. Tal vez sea eso lo que la espera, pero ella quiere estrellarse sola, hasta que un muro de hormigón se estampe en sus ideas y por fin vea que nada se cumplirá, no cesará su empeño, hoy le dice adiós a algo que no quiere decirle adiós, pensando que cerrar estas puertas la pondrán de nuevo en la línea de partida. Mañana llorará, no sabrá si el camino elegido es el adecuado, dudará quizás, solo pido que eso que nos mueve, la guié, la fortalezca y la nutra de esperanza, de ganas, de luz. Todo se mueve, todo cambia, todo empieza, todo termina y también todo continua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario